Nicole Neumann creció y está para el infarto. A punto de cumplir 18 años, y con cinco de experiencia como modelo, se instaló en Francia. Dice que dejó la Argentina porque "ya había llegado a su techo" y que en diez años se imagina casada y con cinco hijos. Confesiones de una chica que vive a mil

"En Argentina ya había tocado mi techo"

Nicole despliega su metro setenta y cinco por las calles de Puerto Madero con naturalidad, pero también con estilo. Evidentemente, después de cinco años en la ruta, la chica lleva la pasarela incorporada. Aquellos que no la reconocen, pueden pensar que es una teenager arrogante. Pero Nicole Neuman es simplemente una chica tímida que se tomó, de apenas un sorbo, los últimos años de su vida. No hay hombre ni mujer que pase a su lado y no le dedique una mirada especial. Está infartante adentro de una mini de raso celeste y una remera ínfima desde donde asoma una panza chata, perfecta. Como siempre, rubia. Y como siempre, acompañada por su madre, Claudia, una suerte de consejera-manager-representante. Nicky, más suelta y más segura, dice que el control de su madre a veces le trae problemas: "Es que quiere dirigir todo y yo ya tengo mis propias opiniones. Entonces, a veces chocamos", se sincera. Ahora, Nicole camina con la misma naturalidad por París, donde vive hace seis meses. Y dice respecto de la mudanza:
­Me fui porque quería abrir mi cabeza y al mismo tiempo buscar un lugar en el verdadero mundo de la moda. ¿Y sabés qué? Me encanta, extraño horrores todo, pero estoy contenta con la experiencia. Los franceses tienen otra manera de buscar las chicas y de mirarlas. Además, me fui a París porque allá gano más plata.
­¿Cuál es tu meta, ser una modelo top?
­Te juro que no. No quiero ser ni la Schiffer ni Valeria Mazza. En la Argentina había llegado a mi techo, entonces quise apostar al exterior. ¡Ojo! Me gustaría ser una número uno, sobre todo por el dinero que ganás. Pero tampoco voy a dejar mi vida para llegar a eso.
­Contá un poco, cuando te vieron en París, ¿cómo te recibieron? ¿Te pidieron que cambiaras alguna parte de tu cuerpo?
-Para nada. En Europa se usa el estilo natural. Allá nadie te va a pedir que te pongas lolas o te inyectes colágeno para trabajar. Por eso mi estilo enganchó bien. Sólo si te excedés un poco de peso te dicen "ponéte las pilas y bajá dos kilos", pero por suerte a mí no me pasó.
­¿Y cuánto hay de cierto en eso de que la competencia es feroz?
­Eso es un mito. En la Argentina hay más competencia que en París. En Europa jamás me pasó de que otra modelo se pusiera mis zapatos y me dejara descalza un segundo antes de salir a escena. En Buenos Aires sí, la competencia es desleal.
­Y ahora que estás trabajando a full como modelo, ¿hay alguna parte de tu cuerpo que no te guste?
-En general me gusto. Pero tengo mis días. A veces me lavanto y me veo feísima, como nos pasa a todas ¿no?
-Antes tenías tus complejos.
-Sí, me acomplejaba mi cola. Por eso me la tapaba con un suéter o una remera. Hoy me acepto como soy.
­Nicole, viviste una adolescencia a mil, ¿cómo te ves dentro de treinta años?
­Casada con mi novio Adrián Barbieri. Me imagino viviendo en una chacra con muchos animales, cinco hijos y... Arrugada. Sí, te juro, voy a ser una señora súper arrugada.